Eran preciosos, los más bonitos que había visto nunca, tendría más o menos los mismos años que yo, unos quince. Él me miraba con cara preocupada, tendiéndome la mano.
- De verdad lo siento mucho, no te había visto. Deja que te ayude -dijo con una dulce voz. Pero le ignoré y me levanté yo sola. Ese chico parecía el típico guaperas al que perseguían todas las chicas, seguro que era un chulito de mierda y yo no iba perseguirle como una idiota. Él puso una cara rara, parecía sorprendido.
- Vaya, parece que no necesitas ayuda- dijo, y bajó la mano. Me dí la vuelta con intención de irme, pero el chico de ojos azules me agarró el brazo, me giré y me puse como una loca, hasta que me crucé con su mirada. No sabía como alguien podía hacerme sentir así. Pero yo no podía enamorarme ahora.
-¡Eh! ¿Qué haces? - le grité. La dependienta se giró y se puso un dedo en la boca para que me callase. ¡Ni que fuera una biblioteca! Qué vieja chiflada.
- No hago nada, es que no quiero que te vayas aún. Quiero compensarte por haberte tirado- se giró hacia las gafas que estaba mirando yo antes, cogió unas, las que más me gustaban, fue hacia la dependienta y las pagó. ¿Por qué se compraba unas gafas de chica?
-Toma, para ti - dijo, extendiendo la bolsa donde estaban guardadas las gafas.
-¿Para mí?- pregunté extrañada...¿por qué me regalaba unas gafas de sol? Él asintió con la cabeza.
- Soy Christian y acabo de mudarme aquí, a España. Soy de Italia. Y tú, ¿cómo te llamas?
Christian, que nombre tan ridículo, pensé. Pero tenía que responderle o pensaría que era estúpida.
- Soy Amanda, y vengo aquí todos los años- respondí un poco con mala leche. No aguantaba a ese chulito, aunque la verdad no me había hecho nada. Cogí las gafas, me giré y me fui. Noté como me seguía pero pasé de él. Cuando llegué a la heladería vi que estaban mis padres y el tonto de mi hermano.
-Hola cariño - dijo mi madre y miró por detrás de mí - ¿ sabes que tienes un chico detrás de ti?
- Soy Christian, señora. Me acabo de mudar a España y pasaré todo el verano aquí y había pensado que Amanda podía enseñarme el pueblo, no lo conozco- dijo Christian antes de poder responder yo...¡qué idiota!. Cómo podía decir eso, a mi no me había dicho nada, ahora iba a hacerse el simpático con mi madre.
LE ODIO !!!
CONTINUARÁ...
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